martes, mayo 01, 2007

pubertad divino tesoro II

Primer año de secundaria, transición.

Había empezado a interesarme en las mujeres en el aspecto sexual, cada ocasión, cada momento que podía estaba tratando de averiguar más sobre la anatomía femenina. Mis compañeros y amigos también, se nota en las miradas, en el acné, en las mejillas ruborizadas. A esa edad una cuestión de meses hacía la diferencia entre el cuerpo de una niña y el de una adolescente en desarrollo, cada día que pasaba más corpiños iban a la basura y eran sustituidos por sostenes. Las diferencias eran abismales entre una y otra, y por obvias razones, las alumnas de los salones C y D eran las que robaban más miradas pues nos acodomaban por salones de acuerdo a nuestra edad. Yo estaba en el A, por ende, de los más jóvenes y cuando entré tenía 11 años todavía. Mi complexión era muy delgada, parecía yo un cerillo. La nariz comenzó a crecerme y una enorme bola apareció en mi garganta, me estiré rápidamente durante el verano. Cuando entré a la escuela era de los más altos de mi salón aunque había otros que habían crecido muchísimo; lucía yo una piel morena a base de sol, por esa época comencé a ir con frecuencia a la playa.

Nos habíamos cambiado de casa a una zona con muchas áreas verdes y calles cerradas por las que no transitaban muchos carros por lo que teníamos mucha libertad para estar en la calle todo el tiempo, sobretodo los veranos y los fines de semana. En ese entonces solía juntarme bastante con algunos vecinos de mi edad tanto hombres como mujeres. Los más chicos salían a jugar béisbol o andar en bicicleta mientras los 'grandes' nos limitábamos a sentarnos a platicar y decir pendejadas. Había una vecina que me llamaba la atención de nombre Claudia, vivía en la esquina con sus padres y dos hermanas menores. Curiosamente ella y sus hermanas coincidían con la edad de mis hermanos y la mía y había en ella algo que me llamaba su atención, tenía un aire de inocencia, de niña, una belleza de girl-next-door, de piernas flaquísimas y cuello largo y delgado, comencé a frecuentar su casa y nos hicimos buenos amigos, aunque yo secretamente la veía con admiración. En la escuela yo todavía no conocía mucha gente, y los de mi salon eran prácticamente nuevos para mí, algunos compañeros había estado en primaria pero nunca había coincidido con ellos en ningún salón así que solo los conocía de vista. Un día como cualquier otro iba yo caminando al rayo del sol mientras me dirigía a mi casa y al pasar por la casa de Claudia observé que estaba en la entrada sentada con uno de mis compañeros de salón, el Wico. Lo conocía de vista, había estado en la escuela desde chico pero nunca en mi salón; el Wico era uno de los que se había estirado en el verano era creo que el más alto del salón, de piel como bronceada, cabello rubio y ojos azules, tenía bastante pegue porque decían que se parecía a Luis Miguel, el único defecto según las damas era a la hora de hablar con él; para empezar decía muchas pendejadas y para terminar tenía una pésima dicción por lo que cuando hablaba parecía que tenía una sobredosis de Tafil, jajaja. No era lento, era como... chiqueado. Llegué y los saludé, él me reconoció y me quedé platicando un rato con ellos. Días más tarde pasé por ahí y de nuevo vi al Wico con la Claudia, además de otro compañero del salón llamado Germán. El Germán contrastaba con el Wico porque estaba bien chaparro, yo diría que de los más bajitos del salón, tenía el pelo entre castaño y pelirrojo, y piel blanca y la cara llena de pecas. Bien podían caracterizar una versión de Chester y Spike. Llegué a saludarlos, el Wico traía carro y me invitaron a dar una vuelta. Me cayeron bien y comencé a platicar con ellos en la escuela. El Wico en la escuela se juntaba mucho con otro del salón: el Juancho. Así fue como lo conocí, gracias al Wico. El Juancho era un wey flaco, moreno, un poco más bajo de estatura que yo, con unas cejas estilo Frida Khalo y en ese entonces estaba rapado como niño de hospicio. Ya lo había visto antes en el recreo cuando estaba en primaria pero nunca había hablado con él. Comencé a juntarme con ellos, aunque era obvio que ellos eran más amigos, más cercanos, no recuerdo si ya se conocía desde primaria. Poco a poco comencé a forjar una amistad con ellos, iba a sus casas y conocía a sus familias, íbamos a nuestras primeras fiestas y nos quedábamos a dormir en casa de alguno.

A ellos les debo otra cosa, la música. Yo no tenía hermanos mayores que seguir en la música o que me dijeran qué escuchar, así que antes de conocerlos a ellos escuchaba yo lo que sea, pura basura. Lo que sonara en la radio para acabar pronto, eso puede ser un camino muy peligroso, jajaja. Ellos me abrieron los ojos con cosas como Depeche Mode y The Cure, que definirían una buena parte de mis gustos musicales.

Del Juancho y el Wico me encantará hablar en otra ocasión pero por ahora me concentraré en un solo aspecto, el sexo. En casa del Juancho teníamos acceso a revistas y películas porno, sus papás tenía antena parabólica en su cuarto y nunca estaban en el día. Según recuerdo no teníamos acceso a los canales porno pero para todo hay maña. Recuerdo que había un truco para mover la antena y creo que luego calculando con el escáner dónde estaba el satélite lo desconectabas y la antena se quedaba en esa posición, por lo que a la hora de encenderla podías sintonizar el satélite con el Spice y el American Extasy, en ese entonces la puñeta era todo un tema. Me acuerdo en una ocasión que estábamos viendo una película porno y que en eso el Juancho se levanta y dice "ahorita vengo" mientras se dirige al baño. Minutos después sale el cabrón encuerado con la verga parada y un tarro de vaselina en la mano. El Wico por su lado tomó una revista y se fue a dar un regaderazo. En la escuela también se hablaba de las puñetas, algunos presumían que podían jalársela hasta 7 veces al día, otros comentaban que si te la jalabas demasiado te podían salir pelos en las palmas de las manos, o peor aún, barros y espinillas en toda la cara. Yo me hacía el loco, nunca me lo preguntaron directamente y yo no comentaba nada, solo me limitaba a asentir cuando alguien hacía un comentario sobre la puñeta pero en realidad no tenía una puta idea de lo que estaban hablando, solo sabía que se sentía 'bien rico', jajaja.

Un fin de semana cualquiera me encontré a Claudia saliendo de su casa y me comentó que iba a ir al cine con la Lulú, una amiga suya y no recuerdo quién más, me invitó y le dije que sí. Quedamos de ir el domingo por la tarde. El sábado tenía yo la hormona alborotada, mis papás habían salido y yo el viernes había dejado grabando un cassette la película de Cinemax. Una vez solo me dispuse a verla y estuve sobándome la verga un buen rato al punto de la desesperación pues no comprendía qué hacer para soltar 'la leche' como me había dicho. Al día siguiente me quedé solo otra vez en la casa pues les comenté a mis padres el plan de ir con la Claudia al cine y ellos se fueron a alguna fiesta que no recuerdo. Me instalé de nuevo frente al televisor y me puse a ver el resto de la película de la noche anterior. Era una de esas películas de soft porno pero para mí era suficiente para tener una erección permanente todo el tiempo. Comencé a sobar el glande y me gustó mucho la sensación, movía la palma de arriba a abajo acostado sobre la alfombra y la frotaba contra mi bajo vientre, resultó ser muy placentero. No recuerdo mucho cómo es que alcancé el orgasmo pues estaba concentrado en las imágenes de una tetona que cabalgaba a un wey sentado sobre un sofá. Lo único que recuerdo fue una cómo mi corazón se aceleraba mientras sentía como si mi pene concentrara energía y luego ya no pude contener más mientras sentía cómo unos chorros de esperma espeso y caliente caían sobre mi vientre y la alfombra. Todo pasó tan rápido y mi mente se nubló por unos segundos que no me di cuenta de cómo es que logré hacerlo, en serio. Tuve un intenso orgasmo, y entonces pensé que nunca me había imaginado que se sentiría tan bien. Nadie me había preparado para una sensación así, y la leche... ver la leche, que yo imaginaba mucho más líquida y de color sólido. No sé, en las pocas películas en las que había visto una eyaculación no me había fijado bien cómo era, pero recuerdo la impresión de verlo por primera vez. Me sentía diferente, algo había cambiado en mí, eso era definitivo.

Cuando fui al cine, me sentía muy contento, sonreía por dentro cuando recordaba la puñeta que me había cascado, me sentía diferente, todo un hombre. Hasta me atreví a pasar el brazo por detrás de la Claudia y abrazarla durante la película. Nada más pasó, eso sí, pasarían todavía muchas otras cosas antes de llegar más lejos.

Al día siguiente a la hora de bañarme intenté jalármela de nuevo pero esta vez no entendí cómo es que lo había hecho el día anterior y por más que lo intenté no entendí cómo, jajajaja. Lo intentaría nuevamente el siguiente fin de semana. Esa fue mi primera puñeta y con ella dió inicio mi vida de pajero, jajaja.

Ahí se ven perros.

5 comentarios:

chokkolatt dijo...

jajajaja ¿y ya sabes cómo hacerte una puñeta? jeje
Uta, qué suerte eso de tener acceso a películas porno en esa etapa. De haberlo tenido yo, hubiera sido ultrapajerísimo (si así), a lo mejor por eso tengo pelos en las manos jeje. No, qué recuerdos, ya ni me acordaba cómo empecé. Puts, y las salidas con las viejas y esos primeros desmadres. Me transportó.
Chido post.
Te lo ves.

Pusha dijo...

Ah muchacho tan caliente...
chokkolat, el perro ya es master en esos oficios, hasta con público, el hace performance y yo le aplaudo ja ja ja

Anónimo dijo...

K recuerdos... jajaja, asi empezamos todos... bueno, yo no... jajajajaja, claro, como no

chokkolatt dijo...

A mí me aplauden desde que me ven Pushis (seeee, ahá)
Qué, onde andas

chokkolatt dijo...

Sí sigo con adicción a "Lost". Ya voy en el episodio 19.
Pero a pesar de todo se me hace una jalada que la continúen ad infinitum, debe terminar. No estoy diciendo que en la próxima temporada (en esta of course que no acabará) pero quizá en la que sigue de la próxima. Sería satisfactorio para todos terminarla, es como en una buena película es mejor no hacerle 2a. parte, yo quedo a gusto así, no necesito que le inventen más historia. Si Lost termina proximamente, no creo que alguien diga: "ay, por qué acabó?", normalmente quedas satisfecho con el final de la historia que ya estaba escrito y previsto como debía acabar. ¿Para qué afectarla y sacarle cosas de la manga? (sí, ya sé que el marketing) eso es sólo darle en la madre a una buena historia. No me interesa estar siempre en la incertidumbre de qué pasará, eso llega a cansar y perder interés.
Olvidé exactamente lo que iba a decir pero la idea es esa.
Felices orgasmos.
Salud!