el sirenito y la rata de alcantarilla

Pos pal que había pensado que el sueño de la Puchona no era sueño, aquí está la prueba de que estoy vivito y coleando.


No hubo post porque el fin pasado la peda estuvo sabrosa y la resaca mejor, la chamba ps ahí va, hay un chingo de chamba la neta, y entre Wimbledon, las de National Geographic que tengo sin leer, la tele, y eso de que empecé un libro que a las 5 páginas me noquea en la cama no he tenido mucho tiempo.

En realidad lo que me trae por acá es para presumir que el jueves nos vamos a Sayulita, su playa amiguita, de la que ya hemos platicado en ostras ocasiones. La verdad es que Sayulita, su playa amiguita, ya no es la misma de antes. La que nos tocó antes de hacerse famosa, cuando había como 5 restaurantes de mariscos y sólo 2 decentes, con tacos de carreta en la noche sin nada qué hacer más que mecerse en la hamaca y ser feliz un fin de semana con 1000 varos, con todos hechos bola en casa chanoc (bungalows junto al río), en un chapoteadero de 1x2 metros, pisteando y fumando mota todo el día y escuchando música del carro con las puertas abiertas hasta agotar la batería, comiendo pargo frito con arroz y frijoles, abriendo cocos con lo que se pudiera, cuidando que los cangrejos no se robaran nada y no dejar la comida al alcance de las hormigas, en un calor sudoroso que te ahuevona, con mil mosquitos por la cercanía del canal que en ocasiones no olía nada bien, jajajaja. Así era Sayulita, cuando los únicos extranjeros eran hippies y surfos, y todo era baratísimo (aunque nada comparable con los 25 pesillos que te costaba un pollo asado entero en la costa de Oaxaca).

Pero eso era antes de los restaurantes fancies de cocina contemporánea mexicana, mediterránea, desayunos americanos, pizzas, baguettes, sándwiches kösher, boutiques de ropa con precios exorbitantes incluso para gdl y el df, y demás monerías que llegan con la modernidad y el turismo.

También nosotros cambiamos… ya nos da hueva ir sólo el fin de semana, las agendas de todo mundo rara vez coindicen, ya no nos conformamos si no es con alberca y frente a la playa, ya queremos privacidad y cuarto para coger. Ya pasamos del mochilazo al turismo boutique sin muchos lujos, afortunadamente no hemos llegado al gran turismo.

Pero bueno, nosotros intentamos que los demás se prendieran para ir, para ya no estar en cada peda con lo mismo ‘hace mucho que no hacemos Sayulazo’, pero nomás nada, incluso el Chichifo se dejó ver bieeeeen quillo el cabrón (ando sentido), le rogamos para que se lanzara, le dijimos que de todas formas nosotros íbamos a llevar el carro con él o sin él, que la casa ya estaba pagada, que íbamos a llevar comida y lo único que necesitaba eran 3 pesitos para las chelas pero el cabrón no fue bueno ni para decir que no, nomás no dice nada el wey, así como los quillos ‘luego nos marcamos’ ‘yo te aviso’ ‘a ver cuándo nos vemos’ porque no saben decir que no, porque son tan jarritos de tlaquepaque que como ellos sienten feo cuando les dicen que no pos ellos no son así de maleducados y bárbaros como los del norte, jajajajaja. (bueno el chichifo no es exactamente así pero tal cual se dejó ver la nena)

Pos como iba diciendo, yo me acuerdo hace años cuando nuestro sueño era rentar la terraza de Casa Los Arcos y armar una megapedotota con la mejor vista de la bahía de Sayulita, alberca y unas escaleritas que llevan a una playita privada de unos 15 metros, entre la bahía y la playa de los muertos.

Y ahora la rentamos.


A ver cómo nos va, ya quiero estar tirado en la hamaca, ja.

Ahí se ven, perros.